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Ángel Rebollar Alviter: Un investigador aliado de los productores de frutillas

  • Relata sus experiencias para desarrollar programas de manejo de enfermedades en berries

  • Neopestalotiopsis en fresas, un desafío navegado

El principal objetivo de Ángel Rebollar Alviter es compartir los resultados de la investigación a los productores de frutillas o berries de México. Es un convencido de vincular y transferir el conocimiento con su entorno productivo. Esta convicción le ha dado sentido a su vida profesional en los últimos casi 30 años.

     Él es profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y relata para Agro Excelencia las experiencias vividas a lo largo de su historia profesional para contribuir al mejoramiento fitosanitario en los cultivos de fresa, zarzamora, arándano y frambuesa.

Neopestalotiopsis rosae, un peligro en fresa

En Jacona, Michoacán, en 2018, Ángel Rebollar empezó a investigar una enfermedad desconocida hasta entonces, con una capacidad inmensa para afectar el cultivo de la fresa.

     «Muchos agricultores habían perdido plantaciones completas. En sus campos había plantas colapsadas y habían replantado varias veces. Las pérdidas estimadas fueron de 2500 millones de pesos.

     »De las plantas enfermas tomé muestras para analizar. Resultó un patógeno que según la información que teníamos presuntamente era incapaz de tal daño: Neopestalotiopsis. Inoculé plantas donadas para ver si reproducían los mismos síntomas y efectivamente las plantas también colapsaron.

    »Esta enfermedad inicialmente se dispersó en las regiones a partir de viveros de plantas madre. Mi equipo y yo, después de varios estudios ligamos el agente causal con los viveros de los que provenían las plantas infectadas con este nuevo patógeno: Neopestalotipsis rosae. ¿El problema? El patógeno ya se ha dispersado en las parcelas de las regiones productoras de fresas, donde puede sobrevivir por al menos tres años mediante residuos de cosecha».

¿Cómo se controla?

«Para controlar Neopestalotiopsis primero debemos aprender cómo se dispersa. A largas distancias, el principal medio de dispersión son las plantas infectadas que provienen de los viveros, las cuales muestran manchas en las hojas o daños en las raíces.  Al interior de la parcela, una vez establecida la planta, es la lluvia la que se encarga de dispersar el hongo, mediante el salpique. En el primer mes después del transplante puede ocasionar pérdidas muy altas, del 50 al 70 % de la planta por los tizones que desarrollan en las hojas».

     Con base en estudios de su equipo, en parcelas con macrotúneles o que no estén expuestas a la lluvia, es más fácil manejar el hongo debido a que en este caso la dispersión por salpique no ocurre. Para proteger las raíz y corona, existen, además, tratamientos pretrasplante con fungicidas como ciprodimil + fludioxonil, difenoconazol + axosytrobin, iprodiona + captan o tiram, entre otros que están en la lista de productos autorizados y luego reforzar con una segunda aplicación por drench.

     «Después es indispensable fortalecer la planta mediante complejos microbianos, que contengan en su formulación cepas previamente probadas de  Trichoderma spp, y Bacillus subtilis. Actualmente se evalúan alternativas biológicas para el manejo de la enfermedad. Después del trasplante es recomendable que el cultivo cuente con una cobertura para prevenir la dispersión por lluvia».

El artículo completo puede encontrarlo en el volumen 44 de revista Agro Excelencia
Descargar vol. 44