Herramientas biológicas para el control de nematodos fitopatógenos

José Ramón Contreras Angulo
Maestro en ciencias
AMVAC México

  • Las rizobacterias promotoras de crecimiento mejora las condiciones del área de la raíz

  • Los hongos micorrícicos llegan a tener un nivel de colonización en las raíces superior al 50 %

Es conocido que los nematodos fitopatógenos son una de las plagas de mayor relevancia económica en la agricultura, por lo que constantemente se están buscando alternativas biológicas para su control.

     Este artículo aborda el uso y modo de acción de rizobacterias promotoras del crecimiento, hongos micorrícicos arbusculares, nematodos depredadores, actinomicetos y ácaros depredadores como herramientas alternativas de control biológico de nematodos fitopatógenos.

Rizobacterias promotoras de crecimiento

Las rizobacterias promotoras de crecimiento (RBPC) contribuyen al crecimiento de las plantas mediante la mejora de las condiciones de la rizósfera[1], la producción de compuestos bioestimulantes, producción de antibióticos, fijación de nitrógeno, solubilización o disolvencia de fósforo y mineralización de materia orgánica.

     Algunas especies de RBPC han demostrado efectos en el control biológico de nematodos fitopatógenos: Azotobacter, Burkholderia, Bacillus, Azospirillum, Rhizobium, Bradyrhizobium, Serratia, Pseudomonas y Streptomyces son géneros con potencial para control biológico.

     Bacillus, Serratia, Pseudomonas y Streptomyces tienen mecanismos directos para el control. Otros, como Azotobacter y Azospirillum, cuentan con la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, aumentar la cantidad de amoniaco en el suelo y esto se relaciona con una supresión en la proliferación de poblaciones de nematodos fitopatógenos (Akhtar y Malik, 2000).

     Rhizobium, aunque también posee actividad para la fijación de nitrógeno, libera una cantidad limitada en la rizósfera debido a los nódulos que forma en las raíces de las plantas compatibles, por lo que no representa un factor de peso como nematicida directo.

     Pero al estar en contacto directo con la planta y en relación de simbiosis, Rhizobium tiene un fuerte efecto sobre los patrones de exudación del cultivo; esto tiene implicaciones en la capacidad de los nematodos para reconocer y atacar a las raíces y en la proliferación de otros microorganismos con la facultad de controlarlos.

     Adicional a esto, se ha reportado que la inducción de resistencia en leguminosas noduladas por Rhizobium es más rápida que en plantas no noduladas (Siddiqui et al., 2007).

El papel de los hongos micorrícicos arbusculares

Los hongos micorrícicos arbusculares (HMA) son un grupo de microorganismos capaces de colonizar raíces de las plantas estableciendo relaciones de mutua dependencia o de simbiosis.

     Los HMA tienen la capacidad de captar nutrientes (fósforo, magnesio, nitrógeno, potasio, calcio, azufre, zinc) y agua para las plantas; esto por sí solo aporta beneficios en el manejo de plagas y enfermedades.

     Existen mecanismos de control directo e indirecto que permiten a estos hongos ser candidatos como agentes de control biológico.

     Dentro de los mecanismos directos están la competencia por espacio, nutrientes y sitios de infección. Este último mecanismo permite a los hongos micorrícicos arbusculares ocupar las células que son punto de ataque para microorganismos fitopatógenos.

     Por su parte, los medios de control indirectos están vinculados con la mejora en el estatus nutricional de las plantas, la modificación de la arquitectura radicular, los cambios en los patrones de exudación y la inducción de resistencia (Camarena-Gutiérrez, 2012).

     A pesar de que las rizobacterias promotoras del crecimiento y los actinomicetos comparten herramientas de control con los hongos micorrícicos, estos últimos destacan por lo siguiente:

  • Gran capacidad de colonización de raíces, superiores al 50 % en algunos casos.
  • Existencia de metodologías para su producción a gran escala.
  • Alta compatibilidad con agroquímicos convencionales.

[1] La rizósfera es una zona de interacción muy dinámica, localizada entre raíces de plantas y microorganismos del suelo. Consiste en una microbiota, integrada por bacterias, hongos y algas, además de una micro y mesofauna como protozoos, nematodos, insectos y ácaros.

El artículo completo está disponible en el número 38, páginas 3 a 5, de su revista Agro Excelencia.

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