Jorge Humberto Siller Cepeda ha dedicado más de cuatro décadas a la investigación de frutas y hortalizas en temas de fisiología vegetal, calidad y vida de anaquel, la aplicación de buenas prácticas agrícolas y sostenibilidad. Es un promotor de la inocuidad en la agricultura y ha sido un pilar en la implementación de buenas prácticas agrícolas en México.
La inocuidad se refiere a la implementación de prácticas y medidas destinadas a garantizar que los productos agrícolas, como las hortalizas frescas, sean seguros para el consumo humano.
Su carrera abarca roles como investigador, asesor, y director de proyectos en el sector privado y en el gubernamental. Él comparte para Agro Excelencia las vivencias que ha enfrentado en su experiencia profesional.
En la actualidad es asesor en sostenibilidad y es director de Gestión Ambiental y Cambio Climático de la Secretaría del Bienestar y Desarrollo Sustentable del Gobierno del Estado de Sinaloa.
Buenas prácticas agrícolas
Durante más de 20 años, la inocuidad ha sido esencial en la agricultura. Jorge Siller es un impulsor incansable de las buenas prácticas agrícolas en México. Estas prácticas ayudan a los agricultores a trabajar con altos niveles de higiene y seguridad en sus productos.
Las buenas prácticas agrícolas incluyen técnicas y métodos que se aplican desde la preparación del suelo hasta la cosecha y el manejo poscosecha.
Jorge Siller participó en reuniones en 1997 para revisar y elaborar la “Guía para la industria para minimizar los peligros microbianos de la inocuidad de los alimentos para las frutas y verduras frescas” (Guidance for Industry: Guide to Minimize Microbial Food Safety Hazards for Fresh Fruits and Vegetables) publicada en Estados Unidos en octubre de 1998.
Cinco años después publicó con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) la guía para México. Usó textos fáciles de comprender y muchas fotos para enseñar a los agricultores mexicanos cómo evitar la contaminación microbiológica
Pero no fue fácil convencer a los líderes agrícolas para que siguieran estas prácticas. Siller recuerda una vez en Sinaloa, donde un propietario de un empaque de hortalizas no quería seguir las nuevas reglas de higiene, como lavarse las manos y evitar el uso de sombrero. El dueño pensó que eran solo modas.
«Sin embargo, cuando el mercado empezó a exigir productos más seguros, los agricultores vieron la necesidad de seguir estas prácticas. Este compromiso se hizo más evidente después de 1997, cuando hubo problemas de contaminación en fresas mexicanas por el virus de la hepatitis y otras contaminaciones por Salmonella asociadas a otros productos mexicanos, como, melones, mangos y tomates».
Logra adelantar la producción de uva
Jorge Siller comparte otro de sus logros, ocurrido durante su labor en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) en 1991. Trabajó con productores de uva de mesa en Hermosillo, Sonora, donde había problemas para que esta fruta brotara correctamente debido a horas de frío insuficientes durante su dormancia. Empezó a experimentar con viñedos en Pesqueira, Sonora.
«Analicé cañas de uva con pocas yemas en cámaras de refrigeración en el laboratorio. Así acumulaba horas de frío; luego, tras diferentes periodos de acumulación de frío aplicaba estrés a las yemas con varias dosis de cianamida de hidrógeno para estimular la brotación y producción de uvas»
En sus primeros dos años en el CIAD, desarrolló un método para inducir una brotación más alta y uniforme. Al aplicar este método en los campos, la cosecha de uva se logró adelantar una semana, lo que aumentó los precios.
Siller presentó estos resultados en un Congreso Internacional de Viticultura, en California, Estados Unidos, lo que atrajo la atención de otros productores interesados en adelantar sus cosechas.
«Pasé cuatro años en Hermosillo, viajando frecuentemente a Culiacán, Sinaloa, para ayudar a los productores con la calidad de las hortalizas para la exportación. Esto llevó a la creación de vínculos y la posterior apertura de un centro de investigación en Sinaloa en 1994».
Entre los manzanos
Jorge Siller nació en Saltillo, Coahuila, pero creció en Ciudad Guerrero, un pueblo en la región manzanera de Chihuahua. Durante su juventud, vivió rodeado de campos y grandes árboles de manzano que su padre, Flavio Siller, cuidaba con dedicación.
La vida junto a su padre en los manzanales, especialmente durante las heladas, presentaba dificultades constantes. El principal era proteger las flores de los manzanos de las bajas temperaturas.
«El manzano florece entre marzo y abril, y en Chihuahua hay heladas tardías que pueden dañar la floración», explica Siller. Para protegerlas, se usaban calentones de dísel en los campos, creando una nube de humo que retenía el calor y evitaba que bajará la temperatura y se perdieran las flores.
«El humo de los calentones evitaba que el calor se escapara, manteniendo una temperatura que permitía que las flores se desarrollaran bien», recuerda. Esta experiencia en su juventud fue lo que lo impulsó a estudiar horticultura.
Así, nuestro entrevistado quería aprender cómo proteger los cultivos de las heladas y cómo aumentar la producción en árboles, especialmente en lugares sin recursos como invernaderos. Su motivación principal era ayudar a su padre y mejorar las técnicas de cultivo en su región.
Redacción
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