El manejo de la fertilidad del suelo en los cultivos orgánicos es la base y fundamento de este sistema. La normativa para la producción orgánica mexicana y estadunidense recomienda que el agricultor orgánico establezca prácticas para mantener o mejorar la condición física, química y biológica del suelo, y minimizar su erosión.
Las prácticas para mantener o mejorar el contenido de materia orgánica del suelo es una manera de evitar la contaminación del cultivo, suelo y agua por nutrientes, organismos patógenos, metales pesados o residuos de sustancias prohibidas.
La normativa orgánica recomienda la rotación de cultivos, cultivos de cobertura y la aplicación de materiales de origen animal, vegetal o mineral.
Enfoques de la fertilidad del suelo
Desde el punto de vista de la nutrición de los cultivos, esta se puede abordar a partir de dos enfoques (Hochmuth et al., 2014):
- Construcción y mantenimiento de la fertilidad del suelo. En este caso, los nutrientes se aportan al suelo la cantidad suficiente para alcanzar los índices de fertilidad en el suelo.
- Completar los requerimientos del cultivo con base en la disponibilidad de nutrientes en el suelo. Bajo esta práctica, los nutrientes se incorporan al suelo la cantidad suficiente para completar los requerimientos del cultivo.
En la agricultura orgánica, la nutrición debe abordarse bajo el primero de los enfoques. De lo contrario, repercutirá en elevados costos de producción del cultivo.
El productor debe comprender de dónde surge la fertilidad de su suelo, cómo se produce y cómo puede mejorarse, a partir de la correcta interpretación de un análisis de suelo, químico y biológico.
El agricultor debe saber cómo optimizar las condiciones físicas y biológicas del suelo, precisar la forma más eficiente de cómo regenerarlo y obtener un suelo capaz de suprimir enfermedades, y producir cultivos sanos con altos rendimientos, con la menor cantidad de insumos.
¿Qué es la fertilidad del suelo?
La fertilidad del suelo es la capacidad del terreno para sustentar el crecimiento de las plantas y optimizar el rendimiento de los cultivos. Para entender de dónde proviene la fertilidad del suelo, es necesario recordar cómo se forma.
El suelo se forma de la llamada “meteorización” de la roca, proceso mediante el cual esta se desmorona y se convierte en partículas o pedazos pequeños por la acción del tiempo, el viento, el calor, el frío, la lluvia, la sequía y por la acción de los organismos vivos.
Estas partículas se mezclan con los residuos de los animales y vegetales en un proceso donde la formación de una pequeña capa de suelo ocurre en millones de años (FAO, 2013).
Perfil de suelo
A medida que las partículas de roca se desintegran y se mezclan con los residuos vegetales y animales, se forman las diferentes capas, llamadas horizontes de suelo. Estos se distinguen al excavar un hoyo, y conforma lo que denominamos perfil de suelo.
El perfil de suelo cuenta con los siguientes horizontes:
- Horizonte 0. Es la capa superficial del horizonte A. Está compuesta por hojas, ramas y restos vegetales. Recibe el nombre de capa orgánica.
- Horizonte A. En esta capa enraízan las especies herbáceas. Es rica en materia en descomposición y humus. Su color es más oscuro que el de las capas inferiores. Muchos de sus materiales (orgánicos y minerales) son susceptibles de ser arrastrados hacia abajo por el agua.
- Horizonte B. Esta capa prácticamente carece de humus, por eso el color es más claro que el de la capa superior. En ella se depositan los materiales arrastrados desde arriba, sobre todo, materiales arcillosos, óxidos e hidróxidos.
- Horizonte C. Se le conoce como subsuelo. Está compuesto por material rocoso más o menos fragmentado.
- Horizonte D. Roca madre sin alterar.
La formación del suelo es un proceso permanente, donde la meteorización continúa presentándose en el horizonte C y en la transición entre el horizonte B y C, donde se sigue erosionando la roca y en el proceso se liberan nutrientes.
El proceso es mediante ácidos orgánicos fuertes exudados por las raíces y los microorganismos del suelo (hongos y actinomicetos) que bajan por lixiviación hacia los horizontes profundos C y D.
Ing. Alejandro Manuel de la Fuente Prieto
Asesor independiente
El artículo completo está disponible en el volumen 54 de revista Agro Excelencia
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