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Quitosano: un aliado orgánico contra nematodos en tomate

Este artículo presenta el efecto y resultados del quitosano en el control de nematodos en tomate bajo invernadero. El quitosano es un derivado de la quitina, un componente presente en la cáscara de los crustáceos, con un efecto biocida y bioestimulante.

Los nematodos fitoparásitos, como Helicotylenchus sp. y Meloidogyne sp., deterioran la sanidad y calidad del sistema radicular de las plantas, al dañar los pelos absorbentes y reducir su actividad para absorber agua y nutrientes.

Estos favorecen la infección de hongos del suelo (Fusarium, por ejemplo) a través de las heridas ocasionadas al penetrar y alimentarse de la raíz (Meza, 2019; Ayvar et al., 2018).

Un agente nematicida natural

El quitosonato tiene efecto nematicida por su relación directa sobre la permeabilidad de la cutícula de los nematodos, a los que causa un desequilibrio en el metabolismo y la inminente muerte de forma rápida.

Otro modo de acción es mediante la reducción de la disponibilidad de esteroles, sustancias vitales para el desarrollo de los nematodos. Los esteroles actúan sobre la rigidez y permeabilidad de las membranas celulares: esto permite mantener su integridad y facilita el transporte de nutrientes.

De acuerdo con Lárez (2008), el beneficio adicional del uso del quitosano en aplicaciones al suelo es por su efecto directo en la estimulación del desarrollo vegetal, como la germinación de las semillas, crecimiento de raíces, tallos y hojas.

El quitosano tiene efecto sobre la inducción de resistencia en las plantas, sensibilizándolas para responder más rápidamente al ataque de patógenos.

Esta sensibilización ocurre por la activación de mecanismos de defensa, como la producción de quitinasas y glucanasas, la lignificación de tejidos dañados, la generación de peróxido de hidrógeno, fitoalexinas, etcétera.

Prueban la efectividad del quitosano

Durante 2021, en la Sierra Norte de Puebla, municipio de Chignahuapán, se evaluaron productos comerciales a base de quitosano en cultivo de tomate bajo invernadero.

El método de aplicación fue en drench, con dosis de 50 mililitros (mL) de solución por planta, para un gasto de 1567 litros por hectárea (L/ha).

La primera aplicación se realizó tres días después del trasplante. Se estableció un programa de cuatro aplicaciones a intervalo de 14 días.

Las variables evaluadas fueron densidad de población por especie y porcentaje de infección sobre la raíz. La densidad poblacional se determinó mediante muestreo de suelo previo a la aplicación de los tratamientos y a los 14 días después de la cuarta aplicación.

Mario Alberto Franco Sánchez
Doctor en ciencias
Promotora Técnica Industrial

El artículo completo está disponible en el volumen 52 de revista Agro Excelencia

Descargar vol. 52