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Manejo integrado de plagas en hortalizas

Este artículo explora alternativas en el manejo de plagas en hortalizas. Destaca los resultados de los extractos de plantas y agentes de control biológico de mosquita blanca, pulgones, paratrioza, trips, picudo del chile y gusanos del fruto.

Se proponen dos enfoques de manejo de plagas: reactivo, donde se actúa después del ataque, y proactivo o biorracional, que implica medidas preventivas y el uso de prácticas culturales, control químico, biológico y extractos de plantas. Este último busca la menor afectación ambiental y la mayor eficacia contra las plagas.

Comparten acciones para el manejo integrado de plagas, como pulgones.
Pulgón verde (Myzus persicae).

Muestreo, el primer paso

La toma de decisiones para combatir plagas requiere muestreo directo en las plantas o el uso de trampas con adhesivos o feromonas sexuales.

Es crucial determinar el tamaño y la ubicación de las muestras en la planta, revisando hojas de la parte baja, media o alta. Para ello, existen sistemas de monitoreo, como zigzag y cinco de oros. Este último consiste en seleccionar las cuatro esquinas y el centro de un área para el muestreo, cubriendo la mayor parte del espacio y obteniendo datos más representativos.

También es necesario elegir el tipo adecuado de trampas (garrafón, amarilla con adhesivo, delta, etcétera), el número de trampas (monitoreo o trampeo masivo), la ubicación (línea de plantas, orilla del cultivo), el tipo de atrayente (proteína hidrolizada, feromona, allomona) e identificar el insecto plaga eficazmente.

Es esencial diferenciar entre insectos benéficos (depredadores, parasitoides y arañas), los polinizadores de vida libre y aquellos dañinos para el cultivo, ya que no todos los insectos presentes son perjudiciales.

Identificar correctamente las plagas y evaluar su impacto es necesario para implementar un manejo efectivo y sostenible. Esto permite reducir la dependencia de los plaguicidas químicos.

Manejo integrado de plagas, como mosca blanca
Mosca blanca (Bemisia tabaci).

Mosquita blanca

Las mosquitas blancas, como Bemisia tabaci o Trialeurodes vaporariorum, causan daños de manera directa al alimentarse de la savia de las plantas. Particularmente la mosquita blanca de hojas plateadas tiende a formar grandes colonias.

Los daños indirectos incluyen la trasmisión de begomovirus y la generación de sustancias azucaradas que favorecen el crecimiento de hongos como la fumagina (hongo negro como una película sobre la mielecilla). Esto interfiere con la fotosíntesis, lo que deteriora la calidad del producto final.

Por ejemplo, los begomovirus que afectan al chile son el virus huasteco del chile (PHV), el virus texano del chile variante Tamaulipas (TPV-T) y el virus del mosaico dorado del chile variante Tamaulipas (PepGMV-Tam).

Para su combate se emplean hongos entomopatógenos, como Beauveria bassiana, Isaria fumosorosea y Lecanicillium muscarium; extractos de plantas, como aceite de naranja, azadiractina, piretrinas, rotenona, sabadilla, entre otros, y parasitoides, como Trichogramma.

Contra mosca blanca destaca la aplicación de una mezcla de extracto de chile y ajo. Para su preparación se deben moler 250 gramos (g) de chile y 250 g de ajos, ponerlos a macerar en 4 litros de alcohol etílico durante 8 días y aplicarse con una dosis de 5 a 7 mL/L de agua, con aspersiones al follaje del cultivo cada 8 o 10 días.

Dr. Alberto Margarito García Munguía
Universidad Autónoma de Aguascalientes

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