Los hongos micorrícicos arbusculares establecen relaciones con las raíces de los cultivos para mejorar su adquisición de nutrientes y rendimiento. Estos microorganismos tienen el potencial para estimular el crecimiento de hortalizas como el tomate y la cebolla.
Especialistas de la Universidad de Guadalajara investigaron el potencial de los hongos micorrícicos arbusculares para fomentar el crecimiento de plantas en un sistema de cultivo intercalado de tomate y cebolla, en respuesta a los desafíos del cambio climático en la agricultura a gran escala.
Analizan los efectos de las micorrizas
Para ello, examinaron las implicaciones aéreas y subterráneas de dos productos comerciales de hongos micorrícicos arbusculares que contenían Rhizophagus irregularis.
Mediante una técnica de laboratorio, los hongos fueron propagados en el suelo. Asimismo, se utilizaron dos sustratos de crecimiento mixtos diferentes: arena de río y composta, en condiciones de invernadero.
Los resultados revelaron que ambos productos de hongos micorrícicos arbusculares tuvieron efectos significativos en el crecimiento de las plantas, con mejoras de entre el 15 % y el 30 %.
También obtuvieron buen crecimiento en los parámetros de la raíz, con un aumento del 50 % en los tomates y cebollas cultivados en sustrato mezclado con arena.
Además, los hongos micorrícicos arbusculares propagados en el suelo demostraron efectos positivos en el contenido de clorofila, con 35 %. También en la actividad fotosintética y la acumulación de macro y micronutrientes, especialmente en los contenidos de hierro y manganeso, con mejoras del 60 al 80 % en las plantas de tomate.
Aumentos en nutrientes
Los autores del estudio concluyen que sus principales hallazgos muestran aumentos en micronutrientes como hierro, cobre, manganeso y zinc en las hojas de tomate. Adicionalmente, los hongos micorrícicos arbusculares estimularon la estructura de la raíz para facilitar la absorción de agua y minerales del sustrato para un mejor desarrollo de la planta.
Sin embargo, los investigadores destacan que ambos cultivos crecieron mejor en el sustrato de crecimiento mezclado con arena. Por lo tanto, es probable que la arena de río fuera el principal impulsor en la producción de los efectos benéficos de las micorrizas.
El estudio fue realizado en el Centro de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara en México.