José Ramírez Villapudua y Roque A. Sáinz Rodríguez.
Doctor en ciencias y director de Agrobiológica; y maestro en ciencias
de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa, respectivamente
- Colonizar las raíces, refuerza su protección
- Una mayor cantidad de microorganismos en el suelo permite plantas nutridas con buena capacidad para producir
La actividad biológica decrece con la profundidad del suelo, hasta el punto que no puede ser detectada. La mayor actividad de los microorganismos se concentra desde la superficie del suelo hasta 20 centímetros de profundidad, aproximadamente. Las colonias de microorganismos permanecen adheridas a las partículas coloidales (arcilla y humus) y a las raíces de las plantas que les suministran sustancias orgánicas, las cuales les sirven de alimento y estimulan su reproducción.
Cuando terminan su función sobre la degradación del sustrato, los grupos microbianos que estaban actuando disminuyen al máximo, se reproducen o entran en latencia y se incrementa la población de otros que cumplirán funciones de transformación en los productos del metabolismo del grupo microbiano anterior.
Cada proceso químico desencadenado por un microorganismo es una etapa en la descomposición de un material orgánico o inorgánico. Una mayor cantidad de microorganismos en el suelo permite una mejor actividad metabólica y enzimática para obtener plantas bien nutridas con buena capacidad para producir. Un suelo fértil contiene una reserva adecuada de elementos nutrientes disponibles para la planta o una población microbiana que está liberando nutrientes.
La actividad y población de microorganismos del suelo depende del suministro de oxígeno y de materia orgánica en su inmediata vecindad. La mayoría de los microorganismos son aerobios, entrando en una fase de reposo durante períodos de condiciones anaeróbicas, y otro grupo de estos son anaeróbicos.
El suelo tiene una gran variedad de organismos. Los microorganismos son principalmente bacterias, actinomicetos, hongos y protozoarios. La mesofauna incluye nematodos, ácaros y colémbolos. La macrofauna, lombrices, miriápodos y muchos grupos de insectos: hormigas, termitas y larvas de escarabajos.
El artículo completo está disponible en el número 12, páginas 13-17, de su revista Agroexcelencia.
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