Dr. Edgardo Cortez Mondaca
Inifap
El control biológico ha sido una táctica valiosa en los programas de manejo de plagas en el mundo, por lo que ha experimentado un resurgimiento en paralelo al desarrollo del manejo integrado de plagas (MIP) en las últimas décadas.
Los progresos en genética, sistemática y ecología de poblaciones, junto con la producción de plaguicidas selectivos, han intensificado el interés público en la inclusión de insectos benéficos en programas de manejo integrado de plagas (Orr, 2009). Por lo anterior, esta tendencia refleja una evolución significativa en la percepción y práctica del control de plagas.
Debido a que el manejo integrado de plagas evoluciona hacia prácticas más ecológicas, la tecnología del control biológico tiene mayor oportunidad para expandir su empleo, especialmente mediante la conservación de enemigos naturales. Por ello, este sistema está implícito en el esquema de manejo orgánico.
Este artículo busca familiarizar a los lectores con el control biológico y lo que significa para su incorporación en sistemas de producción orgánica y en cualquier otro agroecosistema, como parte básica del manejo integrado de plagas (MIP).
El rol del biocontrol
El control biológico es la acción de un organismo vivo (parasitoide, depredador o patógeno) para mantener la densidad poblacional de otro organismo a nivel más bajo del que ocurriría en su ausencia.
Desde un punto de vista práctico, se define como el uso de enemigos naturales para el control de plagas; también aborda el uso de organismos vivos como agentes para el control de plagas.
Como disciplina, el control biológico comprende el estudio, importación, conservación y aumento de organismos benéficos para la supresión de poblaciones plaga.
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Tipos de control biológico
Existen cuatro formas en las que el control biológico de plagas es conceptualizado e implementado, como los revisados a continuación:
1. Control biológico clásico o por introducción
En primer lugar está el biocontrol clásico, el cual consiste en buscar en el lugar de origen de la plaga su enemigo natural clave para introducirlo al área en donde se está ocasionando un daño.
2. Control biológico por aumento
Este consiste en reproducir masivamente un agente de control biológico y utilizarlo en grandes liberaciones periódicas (inundación) como se realiza con la avispita Trichogramma y la crisopa, con la esperanza de que se establezca en el lugar en que se libera (inoculación).
3. Control biológico por conservación
Como el nombre lo indica, el control biológico por conservación trata de aprovechar la presencia de los enemigos naturales presentes en un lugar para que regulen la población plaga.
Este sistema evita realizar actividades que perjudiquen a los enemigos naturales (como la aplicación de plaguicidas) y en lo posible incorporar acciones que los beneficien, como lo es el establecer plantas donde se refugian y encuentran alimento suplementario; por ejemplo, el néctar de las flores, estableciendo alrededor y dentro del cultivo de interés plantas hospederas atractivas para los enemigos naturales, como girasol, cilantro, manzanilla, canola y otras especies aromáticas (Gurr et al., 2000).
4. Control biológico neoclásico
Es similar al control biológico por introducción, pero se utiliza un organismo exótico para el control de una plaga endémica u original de la región y viceversa. Es decir, se utiliza un enemigo natural endémico para el biocontrol de una plaga introducida o exótica.
El control biológico en el MIP
El control biológico ha sido probado durante más de 13 décadas porque ha tenido éxitos en diversidad de situaciones (Gurr et al., 2000). Lo anterior, porque es funcional en climas templados y tropicales, en tierra y agua, en continentes e islas, en latitudes norte y sur del ecuador, en bosques y praderas, y en cultivos agrícolas y plantaciones de ornamentales.
Esta estrategia ha suprimido plagas de una amplia diversidad taxonómica y ha sido la base de la agricultura tradicional, es decir, ha conseguido el éxito económico en la agricultura intensificada. Además, es utilizada donde las medidas de control químico son inviables de aplicar o se emplea con aplicaciones de plaguicidas de manera armoniosa (Huffaker y Smith, 1980).
Es por dicha razón que entre las alternativas consideradas para ser utilizadas en el manejo integrado de insectos-plaga, el control biológico ha excedido a todas en efectividad probada, con la posible excepción del control cultural (DeBach, 1975). De esta manera, es el elemento central del manejo integrado de plagas, porque es motivado por razones económicas, de efectividad e inocuidad ambiental.
Por esta razón vienen las plagas
Algunas de las causas que convierten a los organismos y los ubican como plagas son la introducción de organismos exóticos, grandes áreas de cultivo de sirven de alimento a las plagas o la eliminación de enemigos naturales.
También, dejar abandonadas las socas o residuos de cosechas fomenta la proliferación de plagas, así como sembrar extemporáneamente y no utilizar variedades resistentes, por esta razón las medidas culturales son adecuadas para la prevención y su control.
Conclusiones
El uso de organismos benéficos como agentes de control biológico tiene como objetivo principal la regulación de las poblaciones plaga en lugar de solo reducirlas temporalmente.
Por esta razón, es aceptado que puede regular poblaciones plaga de manera permanente, lo que constituye la mejor base sobre la cual pueden construirse programas de control ecológicamente seguros, económicos y sustentables (Orr, 2009).
Literatura consultada
Altieri, M. A. 1991. “How best can we use biodiversity in agroecosystems?”. Outlook on Agriculture 20:15-23.
DeBach, P. 1975. Control biológico de las plagas de insectos y malas hierbas. Chapman and May, LTD. México, D.F. 949 p.
Ellsworth, P. C., y Martínez-Carrillo, J. L. 2001. “IPM for Bemisia tabaci: a case study from North America”. Crop Protection 20: 853–869.
Gurr, G. M.; Wratten, S. D., y Barbosa, P. 2000. “Success in Conservation Biological Control of Arthropods”, p. 125. En: Gurr. G. y S. Wratten (Eds.), Biological Control: Measures of Success. Kluver Acad. Publish.
Huffaker, C. B., y Smith, R. F. 1980. “Rationale, organization, and development of a national integrated pest management project”, pp. 1-24. En: Huffaker, C. B. (Ed.), New technology of pest control. John Wiley & Sons. Nueva York.
Landis, D. A., y Orr, D. B. 1999. “Biological control: Approaches and applications”. En: Radcliffe, E.B. y W.D. Hutchinson (Eds.), Radcliffe’s IPM World Textbook, URL: http://ipmworld.umn.edu, University of Minnesota, St. Paul, MN.
Metcalf, R. L., y Luckman, W. H. 1990. Introducción al manejo de Plagas de Insectos. Limusa, S. A. de C. V. México, D.F.
Orr, D. 2009. “Biological Control and Integrated Pest Management”, pp. 207-239. En: Peshin, R., y Dhawan, A. K. (Eds.), Integrated Pest Management: Innovation-Development Process. Springer Science+Business Media B.V.